martes, noviembre 28, 2006

Esa cosa a la que le llaman... sexo

Independientemente del poco cariño que le tengo a los telenoticieros nacionales, hace unos días me encontraba almorzando en un restaurante chino cuando, clásico a medio día, alguien sube el volumen del tele para escuchar las noticias. En medio de un gráfica absurda y semi-erótica, el periodista sale a la calle a probar que los ticos... no sabemos nada de sexo. ¿La pregunta del vox populi? Sencilla: ¿Qué es el coito? Las respuestas ridículas... "Lo que uno se pone para no quedar embarazada" hasta "Cuando no hay penetración". Diez puntos a la persona que le agrega el interruptus, por cultura general.

¿Y están mejorando las cosas? No. Nuestras Guías de Educación Sexual precian la abstinencia y se olvidan de enseñar cómo se pone un condón. Los programas de primaria y secundaria DEBEN pasar el visto bueno de la Iglesia Católica porque... no importa qué estamos intentando enseñar, eso que llaman sexo, es malo. Como nos gusta esto en Latinoamérica... Ser latin lovers mojigatos y bailar salsa pegaditos pero desheredar a la hija si se le encuentra en medio de un revolcón...

Y para cerrar, una noticia que me deja fría y fortalece mis argumentos... Recientemente Nicaragua pasó la ley Anti-aborto, aún en casos terapeúticos. Porque el derecho a decidir, llega hasta quitarse la ropa. Lo que pase después, a nadie le importa. Más información
aquí.

jueves, noviembre 16, 2006

De patanes...

Algo tienen los patanes... que nos fascina. Será su forma de mirar, que te hacen sentir como si fueras la única cosa que existe en el Universo. Será como te hablan, que diciéndote groserías te sentís como si de la boca, les brotaran flores. Será la forma en que te huyen, te descontrolan, te persiguen y te atormentan.

Y ojo, no me refiero a los patanes del amor: compañeros de oficina, jefes, femme fatales, amores imposibles, tu mejor amigo que tiene tantas novias y a vos, sólo te llama cuando quiere estar a solas... Me refiero a Chavez, Ortega y como diría mi amigo, Deshauciado... incluso a nuestro propio comendador. ¿Qué será que tienen que nos fascina? Será su forma de mirar que nos hace creer que sí se puede, será como nos hablan cuando se llenan la boca de promesas... ¿Será que nos toman, nos aman, nos corrompen... y luego simplemente se van?

lunes, noviembre 13, 2006

Ya llegó...

Increíble pero cierto. Ya llegó. Se huele en los pasillos de la Universal, en los decorados insulsos en la oficina, en el olor a ciprés... que viene en aerosol, porque hoy día todo se compra en lata. Me montó en el taxi y ya se escuchan los clásicos de Los Bukis y José Luis Perales, sonando a toda hora. En San José, hacemos la mímica de la nieve con el confetti... que se le tira solo a las muchachas lindas mientras los vendedores callejeros hacen su agosto barriendo el papel del suelo y vendiéndolo en bolsitas de 500. Y el Amigo Secreto (¡némesis de la productividad laboral!) ya se asoma en los juguetitos de a 1000 y las galletas azucaradas. Todos los viernes, de aquí al 22, vendrán con efecto.

En esta época de clichés, la Navidad es una mercancía barata.

viernes, noviembre 03, 2006

Viernes de moda

Son casi las cinco. Estamos listos para arrancar. En la puerta. Con el rímel. Taconeando. Es viernes de quincena, viernes de pago, viernes de moda... Los labios rojos. La ropa interior de encaje. Un coctel que nos espera. Una cena. Una película. Un motel.

Los días de sostener la billetera, de quedarse en casa, de no salir... hoy no cuentan. ¿Que subio el gas? No importa. ¿Que el lunes toca el pago? Mañana pienso en eso. ¿Que la familia, los compañeros, la soledad, la angustia, la ira, el dolor, la pena? Hoy no, porque hoy es viernes.

Y el viernes de quincena tocan las cinco en punto y los ticos salimos todos en bandada. Las calles se llenan de carros (¡porque hoy me puede dar el lujo!, ¿para qué andar en bus?) con fantasmas emperifollados que buscan un bar, un espacio, una noche.

A las dos de la mañana, borrachos, volvemos a nuestras casas. A esperar que pasen rápido los próximos quince días... Porque sólo vivimos para olvidar.