Por razones personales, hoy pase la mañana en el consulado canadiense en Pavas. ¿Motivo? Obviamente... una visa. Por el momento, me voy a abstener de comentar de las filas (no tan graves como yo esperaba), los posibles aplicantes (con razón no nos quieren) y la falta de información (no se puede pedir información por teléfono, el website está desactualizado y hay que sacar TODA la mañana para llegar solamente a la ventanilla de recepción). Más bien me voy a concentrar en una anécdota que sucedió alrededor de las 10:00 de la mañana...
Un hombre mayor (75+) entra al salón hablando en voz alta (como hablan los abuelitos cuando ya les está entrando la sordera), saluda a todo el mundo (Good Morning...) y se le planta al guarda enfrente para decirle que necesita hacer una consulta. Como el señor ya está mayor y se le ve con dificultades para caminar el guarda lo pasa al primer lugar de la fila. Viene a cuento decir que el señor es la reencarnación del Profesor Memelosky anti-tropicalizado: anteojos setenteros, pelo estilo wolverine blanco brillante y un caminado de a 20 por hora. Sin embargo, todo parece normal y hasta el momento nada fuera de lo común ha pasado. Hasta que... la recepcionista llama al caballero, quien se acerca, solicita una silla (porque está demasiado viejito para estar de pie, ojo), se acomoda para atrás y empieza la retahíla, así:
"I´m canadian. Professor many years in Toronto. My wife died. I need a wife. I have found tica to be my wife and I want to take her to Toronto and marry her".
La recepcionista responde algo, pero nosotros en las sillas de atrás, no podemos escuchar nada a través del vidrio anti-balas. De alguna u otra forma nos enteramos que el caballero está pidiendo una solicitud de "spouse visa", no sé muy bien si para casarse con ella en Toronto o llevarla a vivir a Canadá. Para este momento, les recuerdo, todo el salón está poniendo atención.
"How long will that take?", pregunta y luego de la respuesta...
"Two years? Two years??!! I may be dead in two years!!! I need to marry now!"
Sobra decir que nadie pudo evitar reírse y que cuando el caballero, furioso, se levantó y se fue, el lugar estaba a reventar de carcajadas. Yo también reía, no lo puedo negar... pero la única duda que me quedo de todo este asunto fue, ¿qué edad tendrá la novia?
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