La muerte del tirano

Un tirano muere en su cama mientras el pueblo clama justicia. Otro tirano muere en la horca mientras el pueblo se indigna. La muerte del tirano es, al fin y al cabo, una cuestión de perspectiva. Quien muere añejado en su propio jugo escapando la ira universal o quien es encarcelado, expuesto y juzgado son dos exponentes del mismo mal... La impunidad es un delito pero comportarse como la mano de dios es un pecado.

El tirano ha muerto. ¡Que viva el tirano!

25 de diciembre, fum, fum, fum...

Al borde de que el año se termine nos encontramos cansados. Estos últimos quince días hasta el amanecer del primero son como un constante viernes. Es feriado, es fiesta, es holiday... El trabajo al carajo. La política a la basura. Los huecos... no existen. Nuestra memoria se achica y empieza en el primer viernes del Amigo Secreto y termina en el Tope de Palmares. Más allá, no hay nada de que hablar.

Caminamos por las calles, el confetti metiéndosenos en la boca y en los escotes, chocamos en los Malles con escaparates y como abejones de mayo nos damos contra los vidrios con ganas de comprar y comprar y comprar y comprar... La cuesta de enero es un mito y ya llegará el 2007 para pensar en otras cosas, en otros problemas, en otros difuntos. En esos muertos que cargamos a cuestas, pero que escondemos en los closets para que el Niño no los vea.

Estamos borrachos de Navidad y rompope y tamales. Pero, ¿qué nos traerá la resaca?

Y al que no le gusta, ¡que vote!

No un 40 ni un 50, ni siquiera un 60... ¡sino más de un 70% de abstencionismo para las elecciones de alcalde! ¿Culpa del sistema político o de la gente? La respuesta es sencilla: ¿las personas están hechas de sistemas políticos o los sistemas políticos de personas?