Un tirano muere en su cama mientras el pueblo clama justicia. Otro tirano muere en la horca mientras el pueblo se indigna. La muerte del tirano es, al fin y al cabo, una cuestión de perspectiva. Quien muere añejado en su propio jugo escapando la ira universal o quien es encarcelado, expuesto y juzgado son dos exponentes del mismo mal... La impunidad es un delito pero comportarse como la mano de dios es un pecado.
El tirano ha muerto. ¡Que viva el tirano!
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
No a la pena de muerte, para nadie.
Publicar un comentario