Ayer estaba caminando en Barrio Dent cuando vi una mujer caminando sobre la línea del tren, justo en el puente que está cerca del Centro Cultural Costarricense Norteamericano. Repito, una mujer caminando SOBRE la línea del tren. Sobre una línea del tren que pasa por un PUENTE, por donde el tren pasa TODOS los días. Una señora, vecina del lugar supongo, se para debajo del puente y la empieza a llamar: "Señora... ¡Bájese de ahí! ¡Ahorita pasa el tren!". La mujer, visiblemente sorprendida (¿para qué creerán que son las líneas del tren, sino para que pasen trenes?), le responde: "¿El tren? ¿El tren pasa por aquí? Pero... Si pasa, ¿qué hago?". La vecina debajo del puente la mira y le dice: "¿Rezar?". Entonces, la mujer se persigna y dice: "Bueno, a la mano de Dios..." y sigue caminando.
Aparte de una cómica anécdota, esta historia me dice dos cosas: primero, el INCOFER no le está haciendo suficiente publicidad a los trenes y segundo, los ticos sí que somos atenidos. ¿Cuántas veces no nos hemos visto enfrentandos a coyunturas sociales y políticas en las que nuestra respuesta es "dejar que el vino se decante"? Para un estado que durante tantos años fue benefactor, el laissez-faire social se nos hace muy cómodo.
"A la mano de Dios..."
"Dios proveerá..."
"Que sea lo que Dios quiera..."
Estas tres frases no sólo son dañinas sino que además, son irresponsables. Al fin y al cabo, dice el tico común, si todo está en las manos de Dios, ¿de qué me voy a preocupar yo? Por eso, ganará el candidato que Dios quiera, la Selección ganará sólo con la ayuda de Dios y mejor aún, para poner pan en la mesa, Dios proveerá. Señores, algo de cordura. Independientemente de entrar a la discusión de si Dios existe o no, ¿no es sensato pensar como dice aquel famoso refrán: "Que si le das a un hombre una naranja, pasará hambre. Pero si le enseñas a cultivar naranjales, será siempre rico"?
Que alguien le diga esto a Oscar Arias antes del 8 de mayo, a ver si acaso.
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